lunes, 1 de diciembre de 2014

BENDINAT, EL BAR DONDE EL CAMARERO NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA...

Hoy tengo sueño, mucho mucho sueño, ya no tenemos edad para trasnochar y levantarnos temprano, el cuerpo lo nota. Bajo en una parada distinta para pasear hasta el trabajo, en el
camino observo un bar, “El Bendinat” ( a la altura del número 13 de la calle Jeroni Munyós, en Valencia), y sin pensarlo entro, necesito ya mi café y tostadas. Son las 8,25 de la mañana..

Me dirijo a la barra, el camarero esta al final en la cocina (por cierto cocina abierta, cara al público). El hombre esta en sus cosas, atareado en la cocina (no será por exceso de clientes, me encuentro solo), toso un poquito, nada sigue sin verme, toso otra vez mas, por fin se gira. Un café con leche y tostadas de tomate, ¿podría ser?. No me oye, se acerca hacia mí. Se lo repito. Ni me da los buenos días ni nada, se limita a hacer un gesto extraño con la cabeza que supongo que sería la afirmación de que había entendido mi solicitud. Un camarero un poco seco la verdad o un poco soso o simplemente es que está enfadado.

Tras esta extraña bienvenida, elijo donde sentarme. Primero cojo un periódico de los dos que se encontraban en la barra. Quizá sea una manía pero nunca me siento de espaldas a la puerta, llámalo superstición o llámalo que no me apetece estar disfrutando de mi desayuno y que entre alguien por detrás y me pueda acuchillar. Me acomodo en una mesa cerca de la barra, así puedo observar lo que se hace en la cocina. Curioso que la cocina este abierta, a la vista por todos, como los grandes. O es porque se confía mucho en la destreza del taciturno cocinero/camarero en la cocina o porque no quedaba ya dinero para levantar una pared y cerrarla. Bendinat es un bar de los de toda la vida, con su maquina tragaperras (que parpadea delante mío amenazándome producir ataque epiléptico como queriéndome decir ven y echa ven), sus mesas y sillas de madera basta, una tele de esas antiguas, de las de culo gordo,  sobre una balda anclada a la pared  (por cierto, apagada). Suena la radio, diría que es cadena 100 pero no le presto demasiada atención, toda mi atención esta puesta en esas malditas luces de colores de la maquina tragaperras y en el melancólico camarero. Algo que me desconcierta muchísimo es que me encuentro absolutamente solo  y eso que es la hora del desayuno y al común de los mortales le encanta desayunar de bar. No se porque creo que en una horas no faltará en la barra el típico borracho del típico bar como es este.















A las 8,35 me sirve el café con leche y las tostadas, sin decir ni una palabra. Mudo pero eficaz. Muy positivo te lo sirven a la vez evitando que el café se enfríe si lo sirven antes. No puedo dejar de pensar que le pasará a ese hombre tan apesadumbrado. Pero bueno, no vine aquí para psicoanalizar a nadie sino para hacer mi crítica gastronómica del día. ¡Vamos a ello!. Noooooooooooooooooo!!!!!!! Ya estamos, falta la sacarina. Sacarina tiene ¿por favor? (hay que ver lo educado que estoy y eso que estudie en un colegio público), el camarero mete su mano en el bolsillo y saca un sobrecito, como no, sin decir una palabra. Y yo me pregunto, ¿por qué se meten la sacarina en los bolsillos y no lo dejan sobre la mesa en una canastilla o en un bol?

La presentación es muy simple, tostadas sobre un plato blanco y el café en una taza (tampoco se puede esperar mucha mas cosas son tostadas y café). Son dos tostadas, de buen tamaño, ya untadas y preparadas pero no veo en la mesa ni me sirven aceite ni sal. A ver es verdad, como dije, que prefiero las tostadas ya untadas y listas, pero una cosa es eso y otra que ni te pongan tu aceite o salero al lado por si quieres aliñarla más. Esto es lo que yo llamo un “esto es lo que hay y si acaso quieres mas aceite o sal te aguantas”.

Las tostadas del Bendinat están hechas a la plancha, se nota que aprieta bastante porque están casi partidas por la mitad. ¿Estará enfadado y trasmite su rabia a través de la plancha?. Las tostadas, a mi juicio, deben estar crujientes de manera uniforme. Estas lo están pero solo los bordes, el centro de la tostada queda mas esponjoso que crujiente. El pan es normal, de la panadería de toda la vida ( nada de pan precongelado de grandes superficies).




El tomate, no se si es de hoy o no (quizá es eso lo que hace con tanto ahínco el camarero en la cocina, rallar tomate) lo que si se es que es tomate real, bien rallado bien triturado sin pulpas y con el punto ideal de aceite. Mi paladar no detecta la sal, ¡mal! Una buena tostada con tomate tiene que tener ese pelín de sal. Voy a echarme yo ,bueno no que no me puso salero.

El café sin crema, sin espuma, y amargo aunque no se pasa.. De todas formas hoy podría tomarme el café mas amargo del mundo necesito despertar que larga se me hará esta mañana.

En conclusión, las tostadas, en si, estaban sorprendentemente buenas, por eso me sorprendo que no haya un solo cliente ( aunque el borracho adjunto a todo bar típico no debe tardar en llegar), quizá el café amargo y le falta crujiente a las tostadas pero en general ricas. Eso si, en ningún momento estuve cómodo en ese bar, no sé, quizá el  sombrío camarero no ayudaba, la soledad del cliente único no sé..

A las 8,55 me levanto de la silla, por cierto, tan clásica y típica como incomoda recojo mi maletín y mi abrigo y me dispongo a pagar. Media  hora justo de desayuno (pienso que los que por costumbre hacemos esto antes de trabajar debían pagarnos ya el tiempo del desayuno porque gracias a él después producimos más). ¿Cuánto es?  dos euros con cuarenta céntimos, me  dice el camarero. Ahora el que se queda mudo soy yo. ¿2.40? Es demasiado, lo ideal calidad/ precio 2 euros a 2 euros con veinte céntimos. Sí, estaban buenas las tostadas pero no justifica ese exceso de precio. Pago y solo recibo un gracias del camarero, ni una despedida tipo buenos días, adiós, pase un buen día. Lo cual reafirma mi  sensación en ningún momento estuve cómodo.

Salgo del Bendinat con dos ideas en mi cabeza: 1- quizá se “dine” (coma) bien pero “desdejunar” (desayunar) tengo serías dudas por ese precio y por ese ambiente ; y sobretodo  2- ¿ que le pasará a ese camarero? ¿Por qué no sabe crear un clima de cordialidad? ¿Por qué está tan triste, taciturno, sombrío hasta a veces enfadado? quizá, discutió con su mujer, quizá problemas económicos, quizá su equipo es el farolillo rojo de la liga, o quizá, parafraseando a García Márquez, el camarero no tiene quien le escriba…


VALORACIÓN

Calidad: 7,37
  
     Tomate:  8
     
     Pan:  7
  
     Café: 7

     Aceite: 7,5


Cantidad: 10

Trato cliente: 4

Calidad/ Precio: 4

Rapidez: 9





Total: 6,87

7 comentarios:

  1. Mi primo como se expresa que calidad de palabra :)

    ResponderEliminar
  2. Excelente critica, como todas las que van hasta ahora! Sin duda ese camarero te confundio con un inspector de sanidad...De ahi su tristura al verte! Ahora enserio, creo que un buen local gastronómico es a partes iguales por su servicio como por la calidad de su comida. Si una de las dos falta, algo falla. Quizas por eso no hubiera ningun cliente mas. Desde luego, si tuviera que "desdejunar" no seria ahí. Esperemos que el proximo local sea mejor! Que las buenas tostadas te acompañen!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. gracias jose!! si fundamental tanto la calidad del producto como el servicio. jajaja muy buena la frase de la guerra de las tostadas.

      Eliminar
  3. Deberías ser escritor (bueno no se si lo eres) pero pedazo de articulo has sacado de unas tostadas y un café . Genial!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. gracias¡¡ es que las tostadas con tomate dan para mucho jeje. No, no soy escritor quien sabe si algún día...

      Eliminar
  4. Ves por que ?? Eres especial jajaja hasta escritor saliste cuando me invitas ala Bendinat Quisas con una compañía femenina sea un poco más amable el camarero jajaja

    ResponderEliminar